miércoles, 17 de septiembre de 2014

S.I.A.D.A.

Extraído de la revista Mundo Agrario de Noviembre de 1952.

Cerca de Cañuelas, a 43 kilómetros de Buenos Aires, se levanta la monumental estructura, visible desde la ruta, de la fábrica proyectada por S.I.A.D.A. y Mecánica Rural S.A.
Paralizadas las obras durante largo tiempo, desde hace pocos meses se ha visto de nuevo, hormiguear la gente entre las colosales tirantearías de hierro, y ya está, como quien dice, terminada una de las más grandes construcciones realizadas en el país, con vistas a la producción en serie de maquinaria agrícola.
Al frente de la organización, que ha asumido esta magna responsabilidad, encuéntrase un grupo de gente joven y optimista, técnicamente capacitada y con la experiencia necesaria para aspirar al mejor éxito. Se trata de ingenieros industriales y agrónomos, conocedores de la máquina en sí y de su formidable función en la economía agropecuaria. Conocen exactamente la medida de nuestras necesidades en materia de maquinaria; las han comparado con los índices de los países más eficientemente mecanizados en todo lo concerniente a la agricultura y a la ganadería, y sobre las conclusiones más firmes de sus estudios, han proyectado una obra grandiosa.
En la planta de kilómetro 43, que para estar terminada sólo requiere un grupo electrógeno potente - se ha pedido ya permiso a las autoridades para hacer posible su importación -, todo está ahora subordinado a la materia prima, vale decir, lo que el gobierno de la Nación acaba de anunciar que se pondrá a disposición de los industriales dedicados a la fabricación de máquinas agrícolas.
Mientras tanto, el entusiasmo de ese animoso grupo de técnicos y el de sus fieles colaboradores artesanos, entre los cuales hay operarios calificadísimos y enamorados de la obra que se han propuesto realizar, se reparte en nuevos planes de perfeccionamiento sobre las primeras ideas, mientras una productiva actividad se va traduciendo en valores reales, como son los numerosos enseres que el material y las instalaciones disponibles les permiten fabricar.
MUNDO AGRARIO acaba de realizar una visita detenida al establecimiento de kilómetro 43, y hemos visto con inmensa satisfacción que allí todo está listo para dar cima a un proyecto tan ambicioso como patriótico.
Directores, oficiales y operarios, todos argentinos, como lo es también el capital de la empresa, tienen plena confianza en la acción estimuladora del gobierno. Su imaginación, mientras se trabaja en la terminación de las rastras, palas de buey, cultivadoras, sierras, desgranadoras, etc, ve ya en activo funcionamiento la producción en línea de las grandes máquinas que necesitan nuestros trigales dorados, nuestros inmensos cultivos de maíz, girasol, lino y se proyecta hacia otras especialidades fabriles para el campo, tales como las máquinas necesarias para la mecanización del tambo, por ejemplo.
En torno de la fábrica, en 200 has de buen campo cuya forestación se ha emprendido sin demora, se han señalado las parcelas de experimentación, los solares para la población de empleados y obreros, y es posible admirar ya una vivienda moderna, confortable, higiénica, como las que el gobierno justicialista se ha empeñado en establecer definitivamente en el campo argentino.
Aquí vemos un tractor que ruge en el campo experimental, conducido por uno de los jóvenes directores del establecimiento, ingeniero agrónomo, cuyo buzo de trabajo lo confunde entre los operarios que lo secundan; se está averiguando el comportamiento de una reja modificada para obtener una mejor roturación del suelo arcilloso. Más allá otro tractor acciona un modelo de poceadora, listo ya para la aprobación última, que llevará a los hombres de campo un elemento útil y económico para hacer hoyos de forestación o en la construcción de alambradas.
En el interior de la planta industrial se arman concienzudamente las máquinas; un equipo eléctrico va haciendo soldaduras rápidas y duraderas; otro de pintura da los últimos toques a los enseres terminados. Muchas personas trabajan, entretanto, en la recepción de las innumerables piezas que llegan de la fundición o de la fábrica urbana de S.I.A.D.A. y mecánica rural - está situada en Mansilla al 3100 -, que no se ha podido trasladar todavía a kilómetro 43.
En el gran almacén se las clasifica de acuerdo con el código correspondiente, y se las ubica prolijamente en el lugar propio, pues el orden parece ser la consigna de este moderno establecimiento, en cuya organización se han tenido en cuenta todos los principios que pueden contribuir a hacer más rendidor el trabajo, al mismo tiempo que más eficiente la producción. La verdad es que el orden, en empresas de esta naturaleza y de este volumen económico - hay ya varios millones invertidos, que llegarán a 50 en cuanto la fabrica se halle pronta para su máxima producción -, es algo tan fundamental como la capacitación técnica de los directores y operarios.
Hemos tenido la oportunidad de asistir - un poco de casualidad y otro la gentileza de los huéspedes - a una reunión de representantes, que acostumbran a convocar periódicamente una de las firmas responsables del porvenir de la fábrica.
El espíritu previsor que se advierte en el planeamiento y en la ejecución industrial se percibe con los mismos saludables efectos en este aspecto, de evidente fisionomía comercial. No sabemos si traicionamos la "intimidad" de S.I.A.D.A. y Mecánica Rural, pero la verdad es que no nos podemos resistir al deseo - cosa del oficio periodístico, tal vez - de elogiar la manera disciplinada y agradable a la vez, que respira tanto orden como camaradería, en que se encara allí la distribución de las máquinas y enseres en todo el territorio de la República Argentina. Gran cantidad de agentes, radicados en los más opuestos centros de producción, algunos profesionales, otros comerciantes, otros, en fin, hechos en el campo para servir a los agricultores y ganaderos en esta difícil especialidad de exponerles las ventajas de la maquinaria y proporcionárselas a veces con facilidades, que no siempre se encuentran cuando se las necesita, se encontraron con las autoridades de la fábrica, muy cordialmente por cierto. Recorrieron con éstas la exposición de las novedades, observaron sus demostraciones en el campo experimental, siguieron con vivo interés las explicaciones del director técnico y hasta se enteraron, en sus pormenores, de los elevados propósitos que se proponen alcanzar los hombres de kilómetro 43.
En todo ello, advertimos una colaboración recíproca que no puede sino traducirse en beneficios para nuestra producción rural, pues si por una parte los agentes recibían instrucciones preciosas acerca del manejo y mejor aprovechamiento de determinadas máquinas, las autoridades responsables de la fábrica estaban atentas, más alla de las informaciones estrictamente comerciales, a las observaciones que los mismos representantes formulaban acerca del comportamiento de esos enseres, sugiriendo en algunos casos modificaciones que los técnicos se apresuraban a asentar en su libreta de notas para ponerse en seguida en la tarea de llevarlas a la práctica.
Así, por ejemplo, nos hemos enterado de las mil y una aplicaciones de la niveladora, lo mismo que de que para hacer ideal a la sierra de S.I.A.D.A. haría falta que su hoja fuera adaptable a cualquier posición. Da gusto, mucho gusto, encontrarse con posibilidades como las que ya han comenzado a dejar de serlo en el camino de Cañuelas. Por eso nos hemos excedido tal vez en llevar a los lectores hasta la monumental construcción de Kilómetro 43, donde creemos que, a corto plazo asistiremos a una actividad industrial de la mayor importancia, una vez que las previsiones recientemente adoptadas por el gobierno empiecen a surtir los efectos entrevistos por el general Perón, y que en síntesis, se traducirán en una rápida transformación de nuestra agropecuaria. El tiempo dará razón a nuestro entusiasmo.

Material: Tadeo Buratovich

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